Las ventajas de la visión jurídica integral en el ejercicio del derecho y la abogacía moderna
Diario Jurídico
Ariel Wolfenson.
La complejización cada vez mayor del fenómeno legal tanto en Chile como en el mundo, generado en parte, por la dictación al alza de nuevas -no necesariamente mejores- leyes para responder a necesidades humanas novedosas o más refinadas en amplios espectros de la facticidad. Ha devenido en la creencia popular -especialmente durante la última década- que, la hiperespecialización o el llamado “nicho legal” debe ser la principal aspiración y es el verdadero camino al éxito de un abogado en el mundo moderno.
Lo anterior, pese a haberse difundido en la mayor parte de las casas de estudios e igualmente en el mercado laboral, no es sino -en mi opinión y experiencia como director legal- uno de los principales errores que limitan el desarrollo intelectual y potencialidad de un profesional en el campo del derecho. Y a mayor abundamiento, ya no son valoradas por el cliente tanto como la capacidad del letrado para la integralidad y transversalidad del conocimiento jurídico.
La hipótesis de hiperespecialización, entendiendo por lo anterior, como aquel abogado especialista no solo en un área sino que en un subárea de la profesión. Como podría ser un abogado que practique el área civil pero únicamente los litigios laborales, desconociendo -sin escrúpulos ante el cliente- la litigación civil patrimonial ordinaria o la defensa en sumario administrativo de un cliente previo a la acción de tutela de derechos fundamentales, o aquel experto en derecho de familia que desconoce el procedimiento judicial de partición de sociedad conyugal o es incapaz de resolver un conflicto de violencia intrafamiliar en caso de derivación al Ministerio Público, el abogado corporativo que se encarga de los pactos de accionistas de la empresa pero desconoce como ejecutar un procedimiento de liquidación y quiebra de la compañía en caso de ser requerido.
La escasez de conocimientos integrados, coordinados e interdisciplinarios en distintas áreas del derecho es el paradigma de la mayoría de los abogados en Chile y me atrevería a decir en Latinoamérica. Respecto de este punto es imperioso ser transparentes, el desafío humano para lograr la interdisciplinariedad es mayúsculo y exige un talento, dedicación y estudio permanente que, únicamente una elite legal llega a alcanzar.
Sin embargo, el incentivo académico en las universidades parece no estar bien puesto, atendido a que no se dirige al manejo integral de la profesión sino a uno más bien servicial y conveniente al modelo escala de las grandes firmas legales, donde la hiperespecialización facilita la administración, orden y clasificación de los gestores de la empresa. En última instancia permite la diferenciación entre los colegas quienes apuntan a ser reconocidos como “especialistas” por su talento en una arista en particular. Lo cual me atrevo a decir constituye un acto de comodidad intelectual, y cada vez menos valorado por los clientes, en los pequeños, medianos e incluso en los grandes bufetes.
Lo que ocurre en realidad es que, el cliente le exige y espera del abogado tener un manejo integral para resolver situaciones complejas que involucran a distintas áreas del conocimiento legal. Cada día se valora más la capacidad camaleónica del letrado para moverse en distintas áreas, lo que garantiza tener una visión general de los problemas jurídicos para seleccionar -luego de ese ejercicio intelectual inicial- la solución específica y especializada para maximizar el éxito del caso.
Para posibilitar aquello, es de la esencia contar con una visión en altura cual águila, examinando opciones con ventajas y desventajas en cada área jurídica, pronosticando resultados probables y eligiendo el más conveniente, incluso fusionando dos, tres o más áreas del derecho al mismo tiempo para satisfacer y entregar el resultado esperado por el cliente. Cuestión que muchas grandes firmas no han comprendido al pasar un caso por varios departamentos legales antes de llegar la respuesta concreta para el cliente. Como es sabido, la preparación culinaria que pasa por las manos de varios chef, suele quedar salada.
En la película del padrino interpretada por Marlon Brando, el cargo de Consigliere era -sin lugar a dudas- el más importante, porque significa asesor.
Y si bien Vito Corleone consultaba a su Consigliere que decisión tomar en sus momentos más críticos y determinantes, no le estaba permitido a éste último ante una pregunta directa, darse el lujo asiático de tomarse una pausa y llamar, a un tercero.
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